Acercándonos ya a la Navidad todos durante al menos quince días parecemos tener más agudizado el sentido de compartir. Llamamos compartir al hacer coparticipes a los demás de algo.
Compartir nuestro tiempo sobre todo y con un poco de suerte algo de cariño. Quizás unas sonrisas, un abrazo, un beso o una mirada… y después volveremos a nuestro caparazón y con suerte hasta dentro de un tiempo no compartamos nada más.
Lejos ya quedaron los tiempos de la infancia en el que la naturalidad y la espontaneidad hacían que por naturaleza estuviéramos abiertos a compartir. Puede ser que también creamos que los buenos momentos de nuestras vidas ya pasaron.
La realidad confirma que si nos paramos unos segundos y respiramos profundamente, todavía, tengamos la edad que tengamos, podemos conectar con eses sentimiento de amor profundo y ver que está intacto, como cuando éramos pequeñitos.
Coincide este año además, que el mundo tal y como lo conocemos (que no el universo), atraviesa un periodo crítico a todos los niveles. Nosotros podemos aportar nuestra pizca de dicha compartiendo a partir de estas fiestas y en adelante, hasta que el cuerpo aguante.
Es fácil en el manual de instrucciones de “compartir”, encontramos que se puede compartir cualquier cosa material, también inmaterial como ya referimos antes (una sonrisa, un beso etc.) y algo que nunca muere el a-mor.
Podemos compartir siempre a partir de dos personas, tres, cuatro, cinco y así en adelante. Es gratuito, no se agota por lo que no tendremos que recargarlo, ni se desgata ni rompe por lo que no necesita garantía. Además cuanto más se usa más fácil es de utilizar la próxima vez.
“Aquí y Ahora” siempre es el momento idóneo ¿te animas a compartir?.
Sergio Navazo
Psicólogo Terapeuta
sábado, 11 de diciembre de 2010
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