sábado, 27 de febrero de 2010

- LA HUMANIDAD A CONSULTA -



Llaman a la puerta ding-dong, la fina lluvia de la tarde repiquetea en los cristales. Vuelven a llamar ding-dong. Es la humanidad llega tarde como casi siempre, teníamos hora a las seis. Viene un poco gris, desaliñada, refunfuñando, le falta el aire. La doy un vaso de agua, se desploma sobre la silla enfrente de mí.

- ¿Que tal la semana?

- Fatal, mis hijos se están pelando siempre. Esta semana otra guerra más, siempre alguno se acaba matando, total como tengo muchos.

- Pero no te da pena mujer.

- Ya estoy acostumbrada. ¡Vamos hombre si sale en todos los telediarios!.

- ¿Y a ti que te parece?

- No me parece nada, mis hijos son ingobernables, tienen libre albedrío, sabes. Si se quieren matar, haya ellos. Yo ya estoy muy cansada

- Háblame de tu cansancio.

- Lo de siempre, estoy saturada de horarios que no se pueden cumplir, de dolores y sufrimientos, de egoísmos, de tener que producir siempre más y mejor, de que mis hijos me traten como un objeto de consumo… y ya estoy quemada. Mira que un día me voy de casa y cerramos el chiringuito. A veces pienso, con lo que me costo parirlos y hay están cada uno de su padre y de su madre, sin entenderse, sin apoyarse, sin quererse, que jodios me tienen harta.

- Ya…

- pero luego, luego, como decirte, me sonríen con esas caras de no haber roto un plato, o se ponen en sus pequeños escritorios y me escriben un cuento, o cogen su guitarra y me arrullan y mecen, o les da por ayudarse como buenos hermanos y ponen la mesa juntos y se sientan a comer entre bromas, o les da por hacer un cohete y viajar a la Luna…

- o sea queeee…

- pues que les quiero, les quiero mucho, más que a mi propia vida, soy la madre de tod@s , como podría dejar de quererles, pero…

-pero que…

- que se les acaba el tiempo, y a mi también, nuestra casa la tierra se agota y con ella yo también. Cada día me esfuerzo para que sus corazones se llenen de esperanza, de fuerza, para que den las gracias y sean amables y, a veces lo consigo, otras pueden conmigo…

- y como te sientes…

- triste, una tristeza mezclada con orgullo de lo que pueden llegar a ser el día que se amen, que trabajen por el bienestar común, que evolucionen juntos como personas, orgullosa por que se, que lo van a conseguir.



SERGIO NAVAZO ALGORA.
- PSICOLOGO - TERAPEUTA -

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